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28 de junio de 2006

Noticias de Cuba, Méjico y Chile

HALLAN INDICIOS DE UNA ISLA HUNDIDA ENTRE CUBA Y YUCATÁN

La isla hundida entre Yucatán y Cuba habría estado comunicada antes de sumergirse con otras ciudades en las Bahamas, por medio de un camino cuyos vestigios permanecen en el fondo marino y pueden observarse a través de fotografías satelitales, según descubrimientos recientes de investigadores estadounidenses.

La isla estaría ubicada a nueve kilómetros de Cabo San Antonio, en la Península de Guanahacabibes, en el noroeste de Cuba, a 700 metros de profundidad.

La oceanógrafa Paulina Zelitsky, que encabezó la expedición cubano-canadiense que descubrió la isla, la describió así: “es una zona de 20 kilómetros cuadrados, bajo el mar, donde hay grandes construcciones de piedra, perfectamente alineadas, que parecen estructuras pulidas, formadas por piedras no calizas, muy grandes como si estuviesen ordenadas urbanísticamente”.

Los científicos vieron a un lado de esas construcciones, algo similar a calles, avenidas, bahías y armazones semejantes a los muelles de algún puerto antiguo.

Estructuras parecidas han sido descubiertas en otras zonas del Caribe, cerca de las Bahamas. Algunos investigadores creen que en esta zona del mundo ocurrió un cataclismo que destruyó una civilización muy adelantada, con grandes conocimientos marinos.

El geólogo cubano Manuel Iturralde Vinent, miembro de la expedición y especialista en la estructura geológica del Caribe, ha sugerido que esas estructuras podían pertenecer a una isla ubicada entre Cuba y Yucatán, hundida hace 10.000 ó 12.000 años a causa de la erupción de un volcán.

Fuente: El diario de Yucatán

EL SMOG AHOGA A SANTIAGO

La contaminación atmosférica no ha disminuido en los últimos cinco años. Las políticas implementadas han fracasado. Además, la información se manipula para hacernos creer que el problema no es tan grave. 'El año pasado se dijo que la situación había mejorado, basándose sólo en la disminución de los episodios críticos. El objetivo era mostrar algún 'logro' en materia ambiental. De hecho, si se analiza sólo la evolución del promedio anual del material particulado PM10 -contaminante utilizado para decretar alertas, preemergencia y emergencias-, entre 2000 y 2005 supera con creces la norma nacional para este contaminante.

La contaminación en la capital es estructural. La cuenca de Santiago no soporta más expansión ni mayor actividad económica. La concentración de smog y material particulado aumentan pues la cuenca posee una mala ventilación que empeorará cuando se construya en el Aeropuerto Lo Cerrillos. Hay otros factores que sí podrían modificarse. De los 800.000 vehículos que circulan por Santiago, más del 85 por ciento son particulares. En 10 años, el uso del transporte público ha disminuido en un 30 por ciento, mientras que los viajes en vehículos privados aumentan un 106 por ciento. Sólo un 42 por ciento de los santiaguinos se moviliza en bus. A eso se agrega que no se implementan medidas necesarias para disminuir drásticamente la contaminación, y muchas de éstas son completamente contrapuestas.

La indiscriminada construcción de autopistas ha incentivado el aumento del parque automotriz. De la mano del mercado disminuyen las áreas verdes y se sigue desafectando los suelos agrícolas con fines inmobiliarios. La ciudad se extiende cada vez más y los desplazamientos para cruzar de un punto a otro son cada vez más largos.

Peligros del smog y ozono

Desde el 2000 se ha venido reduciendo el presupuesto antismog. El Centro Nacional del Medio Ambiente (Cenma), que administra el modelo predictivo, ha funcionado por 5 años con un 70 por ciento menos de presupuesto. La actualización y mantenimiento a la red de estaciones de monitoreo no se ha hecho. Según la auditoria realizada al PPDA, Santiago excede en un 75 por ciento la norma chilena de PM10, en 80 por ciento la de monóxido de carbono, y duplica el límite de ozono establecido por las autoridades. A mayor smog aumentan las atenciones de los niños y ancianos en consultorios y hospitales 24 horas después de los días críticos. Lo más grave se produce cuando el peak de contaminación coincide con el frío invernal y los virus respiratorios. Todos los años ocurre lo mismo.

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Fuente: Arnaldo Pérez Guerra (Liberación-La Insignia-Chile)